El cabo de Ajo, punto norte de Cantabria, cuenta con inmensas playas y varios caprichos geológicos

Hemos descubierto este increible articulo de Lauifog de viajoamibola.com que queremos compartir en nuestro blog.

El cabo de Ajo marca el punto norte de Cantabria. Desde Llastres, en Asturias, hasta la frontera con Francia, no hay entrante en el mar Cantábrico más septentrional. Su geología kárstica ha formado extensas playas de fina arena y oquedades increíbles en sus paredes.

Desde la boca de la bahía de Santander y el estuario del Miera hasta el monte Buciero que protege la ría de Treto y Santoña, las tierras del cabo de Ajo se erigen como uno de los destinos más visitados de Cantabria.

El Faro de Ajo

FARO DE AJO

Uno de los parajes más increíbles se da en el extremo del cabo. En el entrante al mar que compone el cabo de Ajo en sí se dan dos hitos: el faro de Ajo y la Ojerada de Ajo.

El faro de Ajo, encaramado en un acantilado a 63 metros sobre el nivel del mar, no necesita mucha altura, poco más de 10 metros, para iluminar las aguas y el rumbo de los barcos. En el momento de la visita, aún era completamente blanco, pero solo unos días después se inauguraron las pinturas que cubren toda la torre y que lo han convertido en un reclamo turístico más para Ajo.

La Ojerada de Ajo

El otro gran reclamo, mayor aún, del cabo de Ajo es su famosa Ojerada. Se trata de una increíble formación rocosa compuesta por dos cavidades que simulan unos ojos humanos.

Las oquedades han sido erosionadas por el tiempo y entre ellas ha quedado una columna irregular que sigue soportando una plataforma de piedra. Columna que puede asimilarse a la nariz o a la parte central de una montura si pensamos en la Ojerada como unas gafas.

En el interior, las cuevas que se han formado explotan en vivos colores amarillos, verdes, azules y morados. Hacia oriente, la Ojerada de Ajo ofrece unas hermosas vistas a la playa de La Arena, culmen de la ría de Castellanos. Cuando nos asomamos al otro lado, veremos los acantilados afilados del cabo de Ajo y mar abierto, mar Cantábrico.

Hacia Santander, playas de ensueño en Cuberris, Langre y Somo

El cabo de Ajo sigue recortándose mientras cae hacia la bahía de Santander. La hermosa playa de Cuberris es la primera en aparecer, con la desembocadura del río Bandera. Al otro lado de la pequeña y estrecha punta Cárcabo, aparece su hermana pequeña, más salvaje y de acceso peatonal, Antuerta.

La costa abrupta comienza a suavizarse al llegar a Galizano. A partir de la playa de San Juan de la Canal, la propia de Galizano y la pequeña Arenillas, la rasa costera se suaviza y se convierte en una mansa extensión llana y verde hasta las dunas. De ese tramo de costa, destaca la ensenada de Galizano, con la playa partida de Langre.

Ambas se encuentran protegida de todos los vientos, salvo de los del norte, por una concha de acantilados. Desde el mirador de la punta que separa las dos partes, se tiene una visión prodigiosa de la gran playa de Langre, a oriente, la salvaje y surfera, y la más protegida de las corrientes y el oleaje, la pequeña Langre, a occidente.

Más salvajes son las pozas, las piscinas naturales de agua salada que forma la costa rocosa al otro lado de punta Langre. Esa fachada, la más rocosa, es la previa a uno de los grandes arenales de Cantabria: Somo.

Somo y el banco más bonito del mundo de Cantabria

Esa costa de Langre se tuerce hacia el sur al enfrentarse a la isla de Santa Marina. El isla, con paisaje similar a la rasa, plana y verde sobre una elevación de acantilados, cuenta con una preciosa playa de arena en el sur. Algunos se atreven a pasar en lanchas o a nado desde el extremo norte de Somo.

Los acantilados de Loredo, ese extremo, cuentan con un espléndido mirador hacia Santa Marina, ya con la península santanderina de La Magdalena al fondo. Aquí se sitúa un banco de madera con excelsas vistas.

Pero el mirador aún cuenta con otro banco mejor. En esta moda de llamar “banco más bonito del mundo” a un banco con hermosas vistas, con ejemplos de banco más bonito del mundo en Galiciabancos en Asturias y muchos otros lugares, este, hacia las increíbles dunas de El Puntal, bien podría ser el banco más bonito de Cantabria.

La extensa playa de Somo, de dos kilómetros de fina arena dorada y expuesta a los vientos, tiene diferentes nombres según sus tramos. La más próxima a los acantilados de Loredo es la playa de los Tranquilos; en la desembocadura del río de Castanedo, es la playa de Loredo; luego se llama Somo y, cuando se acaba el pueblo y comienzan las dunas, es la playa del Puntal.

Aquí, que ya acabaría definitivamente la influencia de la línea desde Ajo, la duna da la vuelta conteniendo la bahía de Santander y marcando el estuario del río Miera.

Desde La Arena hasta Berria, un mundo de playas

La otra vertiente del cabo de Ajo comienza con el municipio de Arnuero y las playas y marismas de Isla; la primera de ellas la ya mencionada de La Arena, y expuestas profusamente en la entrada sobre las playas de Isla y sus cambios mareales.

Estas se unen con las playas de Noja: Cuarezo, Ris y, en la otra parte de Noja, Trengandín y Helgueras.

Esta es la más salvaje de todas, fuera ya del núcleo y separada de la playa por excelencia para los surfistas de la zona, Berria, por la punta del Brusco.

La playa de Berria es salvaje y dunar, muy ancha, especialmente en bajamar, cuando quedan al descubierto los covachos bajo la punta del Águila. A un par de kilómetros del núcleo urbano de Santoña, además de las construcciones residenciales tras las dunas, el pueblo más cercano es El Dueso. La cárcel de Cantabria está prácticamente sobre la playa.

Una vez se voltea el monte Buciero, se puede dar terminada la inflluencia costera de Ajo. La ría de Treto, las marismas de Santoña y la inmensa playa de dos caras de Laredo mudan por completo el paisaje.

¿Os gustó la ruta?

Fuentes: Viajoamibola.com